En el marco del encuentro anual 23 de la Alianza Latinoamericana de Asociaciones de la Industria de Alimentos y Bebidas (Alaiab), en Ciudad de México, su director Camilo Montes, advirtió la falta de evidencia sobre la efectividad de los etiquetados frontales y los impuestos a productos azucarados implementados en la región.
Montes indicó en entrevista con EFE que “ninguno de los países que ha implementado estas medidas (etiquetados e impuestos), ha podido avanzar en los objetivos de salud pública”.
Sobre las regulaciones fiscales a las bebidas y productos azucarados, indicó que la evidencia científica no ha demostrado “que ponerle impuestos a la comida logre mejores resultados en salud pública”.
Señaló también que Chile, uno de los pioneros en el etiquetado, en 2016, era el octavo país en porcentaje de obesidad, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ahora está entre los dos primeros lugares, en competencia con México.
“Entonces, frente al objetivo de salud pública, no hay evidencia que por ahí sea la ruta. Sin embargo, desde México hasta Argentina, hay un debate permanente acerca de cómo regular más el sector que históricamente ha trabajado de la mano de las autoridades en salud y en producción para garantizar la lucha contra el hambre, la seguridad alimentaria, y en últimas, que los alimentos estén disponibles”, indicó Montes.
«Las políticas fiscales no son la solución»
El especialista colombiano apuntó que en Alaiab, saben que en toda la región “los gobiernos tienen desafíos fiscales y necesitan dinero para poder cumplir las promesas que han hecho”, y el sector privado contribuye con el pago de impuestos para que esos objetivos fiscales se logren.
“En lo que nosotros no estamos de acuerdo es en pretender que con políticas fiscales se gradúen algunos tipos de alimentos o bebidas como los culpables de escenarios como la obesidad, y se les ponga un impuesto para que no se generen las enfermedades no transmisibles”, señaló.
También apuntó que se da un vuelco hacia el consumo informal, de preparaciones callejeras, donde tampoco hay evidencia de que “ese consumo informal sea mejor nutricionalmente hablando que el consumo de los productos, alimentos y bebidas desarrollados por la industria”, que pasa por muchas regulaciones del Estado.
Información: EFE
Foto: EFE
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