China acaparó el pasado año un 80 % de la inversión global para la fabricación de módulos de energía solar fotovoltaica y esa situación de dominio no parece que vaya a cambiar al menos de aquí a comienzos de la próxima década, teniendo en cuenta los precios de producción imbatibles que ofrece su industria.
En un informe sobre las capacidades de producción de energías limpias publicado este lunes, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) esboza un panorama alentador sobre la disponibilidad de factorías para fabricar las instalaciones solares en todo el mundo necesarias en 2030 para cubrir los objetivos climáticos.
Sin embargo, el escenario que dibuja es más preocupante desde el punto de vista geopolítico por la enorme dependencia de China, que en el conjunto de las consideradas tecnologías limpias (fotovoltaica, eólica, hidrógeno verde, bombas de calor,…) supuso en 2023 tres cuartas partes de la inversión en producción.
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