Freddy Leocadio León González no imaginó que conocería la programación de Radio América como la palma de su mano, cuando llegó a la emisora en 1970.
Nació en el municipio Independencia del estado Yaracuy en 1956 y varios recuerdos de su infancia los guarda en Cocorote, un pueblo donde compartió experiencia de la infancia con sus familiares. A los 9 años de edad había culminado el cuarto grado de primaria, pero su familia se mudó a Valencia en búsqueda de mejores oportunidades.
No era una época fácil. El niño Freddy tuvo que salir a la calle desde temprano. Todos los días llevaba en su cajita la cera y el pañuelo para limpiar y pulir zapatos. Así ayudaba a su madre con los gastos de un hogar de nueve hermanos.
Después consiguió cuidar carros y, cuando podía, se escapaba para ver las corridas de toros y apostar, algunas veces por toreros, otras veces por caballos.
“Soy un amante de la tauromaquia y del hipismo, porque me dio muchas cosas. Recuerdo que tuve la suerte de ganarme dos cuellitos, uno de 150 mil bolívares y otros de 18 mil bolívares, que era dinero para ese momento. Con lo que me ganaba siempre apartaba para mi mamá y lo demás para mis chucherías”, comentó durante una entrevista para el programa En Conexión con las historias de Vida en Radio América.
A los 14 años ingresó a la emisora como un “office boy”, lo que hoy se conoce como un utility o “todero”. Varios de sus hermanos ya trabajaban en la estación con funciones similares, y allí conoció a uno de sus fundadores, Manolo Fachín Devoni.
El ímpetu de El Potro
Por entonces, el adolescente Freddy había descubierto su afición por los deportes como el softbol y el boxeo. De hecho, fue en una pelea donde ganó su apodo de «El Potro».
“Una vez hubo un combate en Las Cocuicitas (antes gimnasio del IND en Valencia) contra un muchacho que de nombre era Elías España. Todo terminó en el tercer round, le dieron la decisión a España, por puntuación, pero a algunos no les pareció el resultado”, dijo.
Otro luchador de la época, llamado Paulini, se subió al ring y sacó a Freddy de allí dándole un paseo por las gradas. En ese momento, lo aclamaron como «El Potro», un sobrenombre que adoptó de por vida.
Algunos años después, el propio Manolo Fachín Devoni, viendo lo curioso, determinado y apasionado que era Freddy con todo lo que hacía, decidió darle un empujón a «El Potro» de América. “Él decía que tenía que seguir estudiando para subir de nivel”, recordó.
Esos consejos lo impulsaron a terminar quinto y sexto grado de primaria, en el colegio Rafael Pocaterra de Valencia. El bachillerato lo hizo de noche, primero en La Manguita, luego en el Alejo Zuloaga, y, finalmente, en el Buen Samaritano.
Ese periodo estudiantil le dejó un gusto por la lectura que lo marcó para siempre. Aprendió de cultura general, de Derecho y se convirtió en un buen conversador. Ya había comprendido que la preparación era indispensable para sortear las embestidas de la vida, así que aprovechó de sacar su certificado de locución sin problemas y también obtuvo el de operador, no muy común entre los que desempeñan ese oficio.
“Los libros te dejan enseñanzas que te ayudan a desenvolverte. He tenido por norma que cuando uno lee bastante, de algo tiene para hablar, donde sea y con quien sea”, señaló.
Los mejores momentos en Radio América
Freddy fue una esponja. Siguió aprendiendo de todos los que lo antecedieron, como Ramón Mazanilla, Andrés Abelino Nóbrega, los hermanos Pacheco, Freddy Corona, Roberto Ramírez y el propio Alí Escorihuela, con quien trabajó 20 años. De todos ellos logro descubrir su fórmula para hacer las cosas: en equipo. “El trabajo en equipo es la clave. Tanto el locutor como el operador, tienen que apretarla, porque cuando hay equipo, todo salen bien”, aseveró.
Las gratificaciones no demoraron. Su puesto en la radio le permitió formar una familia de dos hijos y nueve nietos. “Radio América me ha dado muchas satisfacciones laborales y personales, como el haber conocido a mi esposa que un día fue a visitar la estación cuando quedaba en el centro de la ciudad”, precisó.
También tuvo la oportunidad de conocer a artistas como Luis Ángel, un cantante, mexicano de la época y a la agrupación venezolana Los Terrícolas. Además, pudo estrechar relación con deportistas comunitarios, quienes en reiteradas ocasiones han homenajeado su trabajo.
Cuando la emisora dejó de salir al aire por la señal en AM, Freddy León trabajó en el departamento de seguridad del Instituto de Previsión y Asistencia Social para el personal del Ministerio de Educación (Ipasme). Sin embargo, tan pronto como escuchó los rumores de la reactivación de la transmisión, pero en frecuencia modulada, no tardó en ponerse a la orden para regresar a Radio América, su segunda casa.
El presente y sus retos
De vez en cuando recuerda con añoranza los tiempos radiales de la AM, cuando debían sacar telenovelas como Martín Valiente. “Nos mandaban de Caracas los carretes y si las cintas se rompían necesitábamos pegamento especial para que siguiera saliendo al aire”, recapituló.
Ahora, reconoce que con ayuda de la digitalización hay tareas más sencillas que, al principio, le parecían difíciles. “Antes la radio era muy bonita… y ahora es mejor con la tecnología que la ha llevado a otra faceta que tuve que aprender de cero, a diferencia de los muchachos que prácticamente nacen con una computadora”.
Después de haber sido operador de todos y cada uno de los programas en la radio, y de superar los cambios dentro del medio de comunicación en el último medio siglo, «El Potro de América» no tiene miedo del porvenir, porque sabe que siempre puede aprender algo nuevo y adaptarse. “Si volviera a nacer, trabajaría de nuevo en Radio América. No cambiaría nada de lo vivido”, añadió.
Redacción: Francis Gabriela Tineo
Información y foto: Radio América
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