«Cuando entro a Radio América, me olvido del mundo exterior», confiesa Ernesto Alberto Pérez, conocido como El Niño cuya voz ha sido el latido de la emisora durante 46 años.
Fiel creyente de que la radio es un arte que se vive con el alma, Ernesto ha transitado su vida entre melodías, travesuras y la pasión por comunicar.
Oriundo de Valencia, este locutor certificado, galardonado con el premio Mara, ha cautivado al público con su carisma y su voz inconfundible. Durante una entrevista especial en el programa En Conexión, explicó que su deseo de dedicarse a la radio surgió desde niño, cuando escuchaba las emisoras locales y soñaba con ser parte de ese mundo mágico.
El Niño travieso que se enamoró de la radio
Ernesto recordó que su apodo había sido un regalo de Joaquín Jiménez González, y al decirlo, su mirada se perdió en el laberinto de la memoria. «Decía que yo era un niño travieso, un eterno bromista», resaltó.
Y así era. Con la complicidad de Manolo Fachín, tejía hilarantes enredos, imitando la voz de una mujer para conquistar, en broma, los corazones de sus compañeros.
—¡Se creían que tenían un romance de película! —exclamó Ernesto, mientras su risa resonaba en el estudio—. Siempre me gustó hacer reír a la gente, llevar alegría a través de las ondas.
El sueño de la locución
Su pasión por la radio era un fuego que ardía en su interior, un sueño que lo impulsó a desafiar las pruebas de locución, un laberinto donde solo los más tenaces encontraban la salida.
«La primera vez, un tal Pérez, domador de caballos, me mostró el camino del fracaso- evocó Ernesto, su voz cargada de respeto-, pero no me rendí, la radio era mi meta».
Con esfuerzo superó el obstáculo y en su segundo intento, con Winston Vallenilla como testigo, alcanzó la recompensa a años de perseverancia. «Fue un momento de éxtasis», confesó.
Los primeros pasos y la humildad como maestra
Antes de llegar a Radio América, El Niño trabajó en Radio Valencia, donde aprendió valiosas lecciones sobre humildad y perseverancia.
—Comencé narrando noticias, pero luego me relegaron a una ventana —recordó—. Fue una humillación, pero me enseñó a tener paciencia y a seguir formándome. La radio te enseña a ser humilde, a valorar cada oportunidad.
Sin embargo, Ernesto recordó que, a pesar de las dificultades iniciales, su talento no pasó desapercibido y pronto volvió a tener la oportunidad de trabajar frente al micrófono.
Éxitos inesperados
El Niño recordó que Morales Ruckman le brindó la oportunidad de crear La Guachafita, un programa que gozó de gran popularidad y le permitió mostrar su lado más auténtico y divertido.
Por otro lado, en 1981, llegó el llamado de Radio América, la emisora que había sido su sueño desde niño. «Fue como tocar el cielo», describió Ernesto.
En aquel entonces, Manolo Fachín Deboni le dio la bienvenida a Radio América, y desde ese momento, la emisora se convirtió en su familia y su hogar.
El Casino Musical se convirtió en su sello personal, un espacio donde Pérez desplegaba su conocimiento musical y su carisma arrollador. «Es mi oxígeno», afirmó.
Adicionalmente, explicó que el famoso jingle Vale más ser prudente que valiente tiene su propia leyenda, y que Manolo Fachín lo trajo de México, aunque él le agregó su toque personal ya que la radio también educa y transmite valores.
El reconocimiento
A sus 86 años, Ernesto sigue siendo una figura querida y respetada en Radio América y en toda Valencia. Su voz, un eco de la historia de la radio venezolana, es un legado de música y palabras, una sinfonía de pasión, perseverancia y amor por la radio que resuena en el corazón de quienes lo escuchan.
«La radio me ha dado mucho, yo le he dado mi vida. El cariño de la gente es la mayor recompensa», aseguró Ernesto El Niño Pérez.
Redacción: María Laura García.
Información y foto: Radio América.
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