La historia de Jason Alfredo Silva Casares, un joven venezolano de 24 años, ha desatado una ola de preocupación y angustia entre sus familiares, conocidos y vecinos.
Su madre, Anyi Joana Casares, alzó su voz para denunciar lo que considera una injusticia: la detención de su hijo en Estados Unidos y su posterior traslado a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador.
Jason, según relata su madre, era un joven con un futuro prometedor en Venezuela. «Un muchacho trabajador que salió de este país con una esperanza para algo mejor», describió Anyi Casares, recordando que su hijo incluso cursó estudios de Ingeniería.
Sin embargo, la búsqueda de mejores oportunidades lo llevó a emprender un viaje que se tornaría en pesadilla.
Tras pasar por Colombia y Ecuador, Jason llegó a México, donde esperó meses para obtener una cita para ingresar legalmente a Estados Unidos. «Él salió con una expectativa, como muchos, de ese sueño americano», explicó la madre.
El 20 de agosto de 2024, logró ingresar a territorio estadounidense, pero fue detenido inmediatamente por funcionarios de migración (ICE).
La detención y el traslado inesperado
Se ha informado que la detención de Jason se debió a los tatuajes que tiene en su cuerpo. Anyi Casares explicó que «el procedimiento se extendió hasta hace dos semanas». Por otro lado, la situación tomó un rumbo inesperado cuando la familia fue notificada de su traslado a una prisión de máxima seguridad en El Salvador.
La madre del joven lamentó que la única información disponible para ella y su familia provenía de las redes sociales, y expresó su preocupación por la falta de comunicación con su hijo. Ante esta situación de incertidumbre, hizo un llamado urgente a las autoridades venezolanas y salvadoreñas para que intervinieran en el caso.
«El llamado que yo le hago es que ellos le hagan un estudio, que les realicen esos procesos legales, porque estoy segura de que si hacen esos procesos se van a dar cuenta que es inocente», expresó Anyi Casares.
Un clamor por los Derechos Humanos
La madre venezolana insiste en la necesidad de que se respeten los derechos humanos de su hijo y de otros jóvenes en situaciones similares en El Salvador. «Yo estoy aquí como toda madre esperando que nos puedan ayudar, porque yo sé que Dios es un Dios de justicia, pero usa su autoridad aquí en la tierra también», suplicó.
Redacción: María Laura García
Información y foto: Radio América
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