Desde la mirada de la radiodifusión sonora comunitaria, que transmite, difunde, educa y enriquece, en este recorrido turístico, cultural, y patrimonial, hablaré del Maestro Juan Pablo Ceballos Liscano, compositor, arreglista, intérprete, ejecutante musical, facilitador docente y pionero en la radiodifusión larense entre otras Actividades; cuyo legado se vislumbra en los registros asociados: Procesiones de Semana Santa «La Familia Ceballos con La Dolorosa»; Escuela de Música Juan Pablo Ceballos Liscano; Casa de la Cultura Rancho Chico; Casa de la Cultura Profesor Adelso Ceballos; Adelmo Ceballos, Radio Carora entre otros elementos, declarados: Bien de Interés Cultural por el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), según, Providencia Administrativa N° 003/05 del 20 de febrero de 2005, publicada en la Gaceta Oficial N° 38.234 del 22 de julio de 2005.
Juan Pablo Ceballos, Portador Patrimonial (Código RPC-Venezuela: VE-IPC-0005H9). Nació el 20 de agosto de 1901, en el seno de una familia constituida con principios y valores humanos, hijo de Don Rafael Ceballos Rivero y Doña Rafaela Liscano Peraza, «formado para triunfal». Su familia fue el pilar fundamental para desarrollar las habilidades en la esfera cultural. Su recia personalidad y equilibrado carácter, hicieron de él, el hombre próspero, que desde temprana edad, se enfiló por la música, la comunicación e información.
Realizó estudios de primaria en el colegio Colón, y el bachillerato en el colegio Altagracia, recibe su primer instrumento musical, una trompeta, y su padre, quien fue un extraordinario trompetista, le impartió los conocimientos básicos para iniciarse en el campo de la música. Sus primeros profesores: Don Clemente y Don Eudoro Liscano Jiménez, le enseñarían la importancia de hacer del sonido, un arte convertido en música, lo que, le llevó a ser compositor, arreglista, intérprete y ejecutante, además de otras facetas importantes en su vida.
“La Gracia”, nombre de la hacienda familiar, fuente de su genio creador para las composiciones musicales, en aquellos momentos de euforia por la música, en las tardes contemplaba el verdor cañaveral, y en las noches aquel cielo estrellado. La música para Juan Pablo, fue la razón de ser ejecutante de la trompeta, aprendiendo todos sus secretos, y a partir de ahí, un nuevo instrumento lo deslumbra y se dedica al estudio del piano y del órgano, recibiendo sus primeros conocimientos por Doña Josefa Antonia Bereciartu de Lara, una extraordinaria artista, que honra a la mujer quiboreña.
Juan Pablo, siendo niño, se sienta por primera vez ante un órgano, ovacionado por los fieles que asistían a la iglesia de Nuestra Señora de Altagracia de Quibor, acompañado del sacerdote Eduardo Antonio Álvarez Torrealba (Pepe Coloma) en el transcurso de la misa. Luego de transitar por el mundo musical, entre tantos instrumentos, es el piano con el cual se identifica plenamente dedicándole tiempo e investigación, profundizando el conocimiento musical, hasta lograr convertirse en un destacado ejecutante y compositor, con los maestros Don Félix Francisco Rodríguez, Don Miguel Antonio Guerra, Doctor Simón Wohnsiedler entre otros.
El comienzo de su adolescencia, fue de creación, musa, sin desperdicio de tiempo, cada vez exploraba más y más, aquel caudal de saberes musicales, que sólo él podía explicar. Y como dice su hijo Dr. Fernando Ceballos: «La fuente fundamental de su inspiración lo constituye su terruño, su Quibor y todo lo que tenga relación con su pueblo natal, de tal manera, que le canta a la patrona de los quiboreños, la virgen de Altagracia, al pasaje árido sembrado de tunales y cardonales, a la sequía, le canta a su gente y a la mujer quiboreña, que juega papel de primer orden en su vida y obra».
Sus primeras composiciones fueron: Pinico, El gatito de mi casa, La niña de la muñeca, escrita a los quince años. Juan Pablo, fue auténtico, con un distintivo para la creación, sus maestros, sus amigos, sus seres queridos tuvieron el privilegio de tener a su lado un ser con una cualidad inigualable, sus sapiencias las dejó para la posteridad, que a mí juicio: «un poeta no muere, un poeta es fuente de inspiración para otros». Juan Pablo, no sólo fue un delicado músico e inspirado compositor, también fue un decidido radiodifusor, con marcada mentalidad empresarial. Un conocedor a fondo del lenguaje universal de la música, al igual que, el de los sonidos de la radio.
Un hombre inquieto, visionario e inspirador, sus obras así lo definen, con iniciativas, es ahí, que emprende contra viento y marea la creación de una estación de Radio. Todo de manera empírica y espontánea, cuando la Radio se abría camino en el país como el primer medio de comunicación de masas del siglo XX. Un hecho del cual tuvo plena conciencia, actividades en las cuales hizo de locutor, anunciador, narrador, musicalizador, guionista y operador técnico. Agradecida con el Dr. Fernando Ceballos, quien ha sido un aporte valioso para la sensibilización del Patrimonio Inmaterial y sus Portadores/as Patrimoniales. ¡Preservemos, salvaguardemos/ salvaguardiemos, los elementos culturales, declarados, Bien de Interés Cultural por el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC)!