Opinión Gabriel Gómez: Palabras de monseñor Juan Coronel en la inauguración de Radio América (1953)

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Hoy, es propio recordar el discurso inaugural de la emisora del pueblo Radio América: R.A. La Onda de la Alegría, C.A., 90.9 FM: Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación (Gaceta Oficial N° 42.670 del 13 de julio de 2023), pronunciado por Monseñor Juan Coronel, el 11 de abril de 1953, como parte de buenas prácticas ejemplares de salvaguardia del PCI, al cumplirse 4 años de transmisiones en frecuencia modulada (el 27 de septiembre de 2021), que, a continuación, se transcribe por parte de los ciudadanos doctores y portadores patrimoniales Danfny Esther Velásquez Sosa (Gaceta Oficial N° 43.127 del 14-05-2025) y Gabriel Gómez (Gaceta Oficial N° 42.387 del 30-05-2022), directora interinstitucional de la estación y asistente respectivamente.

El reverendo presbítero doctor Juan M. Coronel, mentor del presbítero Bernardo Heredia, tuvo a su cargo el discurso de orden en el programa inaugural de Radio América, el pasado día sábado 11 de abril de 1953, en la ciudad de Valencia. Al presente insertamos con sumo agrado su elocuente pieza oratoria:

Excelentísimo señor Obispo Diocesano, doctor Gregorio Adam. Ciudadano, coronel Ricardo Arroyo Ludert, Gobernador del estado Carabobo. Representantes de los Consejos Municipales de Valencia y Guacara. Distinguidas damas. Distinguidos caballeros.

Nexos muy sagrados que me unen al venerable señor párroco de Guacara, presbítero Bernardo Heredia Arroyo, son la causa de mi actuación como orador en este lugar y en este mismo momento.

Quienes no lo sepan, sepan que el padre fue mi pupilo o discípulo…; o por mejor decir: fui yo, su mentor. Fui quien descubrió en el niñito de siete años, «más o menos», cuando él era mi acólito, la madera que en él se barruntaba para hacer con el tiempo, como en efecto lo ha venido siendo, recio trabajador en la Viña del Señor, motivo por lo que le abrí las puertas del Seminario.

No quiero hacer aquí un panegírico de mi discípulo; solamente diré que a ninguno le parece su hijo feo.

Acabo de manifestar que en Bernardo Heredia —Niño— barrunté el futuro trabajador evangélico; y esto me da margen para hacer en estas circunstancias la apología del trabajo.

Comenzaré por reconocer que el trabajo es una pena o castigo; pero feliz castigo, tan pródigo en beneficios para el hombre; porque el trabajo es dignificador; y ejercicio prolífico; generador de bienestar del alma y cuerpo, gimnasio benefactor tanto del individuo como para la colectividad. El trabajo explota la fecundidad generosa de la tierra, que responde con la prodigalidad de sus grosuras; ensancha las avenidas del progreso en las urbes y aldeas; y la mente zahorí del

trabajador intelectual, desciende con igual impulso al fondo de los mares como se eleva a las regiones siderales, para arrebatar a la naturaleza secretos de inestimable valor que, paradójicamente, hablando hacen cómoda y placentera, en lo posible, la amargura del destierro. “Labor omnia vicit”, reza el aforismo. Y es verdad: nada resiste a la fuerza avasalladora del trabajo; porque el trabajo mantiene la mente sana, es fuente de bienestar físico, transforma los pueblos, enriquece el acervo científico, controla los vicios, consolida las virtudes, engendra enriquecimiento, legitima más satisfacción y placentero entretenimiento.

Muy acertadamente, había sugerido el Excelentísimo señor Obispo Diocesano, doctor Gregorio Adam, que fuera esta inauguración el 25 de marzo. Lo que impidió fuerza mayor. Así se pensó por ser esta fecha casi cuatro veces centenaria de la fundación de la Nueva Valencia del Rey, capital hoy estado Carabobo, que se ufana y enorgullece de ostentar en su territorio el campo inmortal, donde se cubrieron de gloria a las huestes patriotas, las cuales, bajo el mando de Bolívar y Páez sellaron una independencia nacional…

Aquí se me antoja ofrendar todo el significado de progreso que entraña la inauguración de esta soberbia radiodifusora, como homenaje patriótico a los manes de nuestros Libertadores y elevar un voto al Dios de las naciones de que nuestros compatriotas se esmeren por ennoblecer cada vez más la herencia de la nacionalidad con el brillo refulgente de las virtudes públicas y privadas.

Se impone también aquí proclamar muy en alto el nombre de Alonso Díaz Moreno y reconocer a este insigne fundador de esta Valencia de Venezuela, acreedor, en grado eminente, a la gratitud de la nación y del Estado, por los ingentes beneficios que se derivan de la oportuna creación de esta ciudad; tan favorecida por “su cielo siempre azul sin nubes”, por sus famosas noches de luna, por la mansedumbre de las aguas de su puerto que permiten sujetar las embarcaciones con un cabello, por el encantador hechizo de su lago, emporio de riqueza y de fascinadora hermosura por su cautivadora topografía prominente de poder llegar a ser una gran metrópoli; y sobre todo por los altives y hombría y sus moradores, refractarios a la lisonja y tan hospitalarios como amante del trabajo. Creo que se impone en esta capital carabobeña la erección de un monumento Alonso Díaz Moreno, como presumo que estarán ideando ya los organismos que se encargarán de festejar la fecha próxima. Del cuarto centenario de la Fundación de la Nueva Alianza del Rey.

Los grandes bienhechores de la humanidad han sido héroes inminentes del trabajo. El Divino Maestro, Jesucristo, fue artesano, trabajador en el taller de carpintero de su padre putativo, San José. Y al contemplar a la Sagrada Familia en la categoría de artesanos, suben de punto el mérito, la conveniencia y los beneficios del trabajo. Este ejemplo es sobremanera aleccionador ¿Quién se podrá avergonzar del trabajo, por humilde que éste sea, al ver a la divina y real Sagrada Familia, ocupados en tan modestos menesteres? Ningún peregrino del trabajo será tan

persuasivo y convincente como el ejemplo del Divino Maestro Jesús haciendo de humilde obrero en el taller de Nazaret. Todavía más: se puede decir del trabajo que es una oración. Ofrecido a Dios y ennoblecido por la pureza de intención, el trabajo en oración grata a Dios; y por ello, el trabajo, su fuente de perfección; y por ello también el hombre digno y honesto ama el trabajo y el trabajo a su vez eleva y ennoblece al hombre. La Sagrada Familia vivía para la oración y el trabajo. El inmortal León XIII nos la presenta como el modelo imitar: porque, así como la Sagrada Familia, siendo de estirpe real, no se desdeñó del trabajo manual y honró la pobreza; así mismo quiere el Inmortal Pontífice que nosotros evitemos la elación en la prosperidad y el desaliento de la adversidad; como también desea que los obreros no pierdan de vista que sus labores son comunes con las de Jesús y José, y que, lejos de abatirse en las fatigas y privaciones, se ufanen y honren de ser discípulos de tan grandes Maestros.

Hasta aquí he tratado de probar lo que es el trabajo y los bienes que de el se derivarán. Ahora es muy pertinente hablar de un héroe del trabajo; y este héroe es el Padre Heredia; de quién se puede decir que se ha trazado el programa más ambicioso del trabajo que haya trazado obrero alguno. Párroco de Guacara desde no hace tanto tiempo, ha realizado lo que no hicieron los antecesores suyos de la Fundación de Guacara en tiempos de la Colonia hasta nuestros días. Todos sabemos que el templo de Guacara era una ruina histórica, y hoy se puede decir que es una maravilla realizada por el Padre Heredia; y porqué apunté al principio que no quería yo hacer un panegírico del Padre Heredia sólo diré que sus múltiples labores como evangelizador y trabajador en diversos órdenes cónsonos con el ministerio sacerdotal, son bien conocidos; y que su programa de trabajo es de tal magnitud, que le ha parecido la tierra muy pequeña para desarrollarlo; y por eso, se ha subido al aire, por medio de esta Radiodifusora que se llama «América» como si quisiera abarcar todo el continente, para más difundir el triple objetivo de la nueva emisora: a saber el catolicismo, la cultura y la economía social.

El Padre Heredia merece bien de sus conciudadanos; y que se ha hecho acreedor a justicieras y extraordinarias felicitaciones, ha ganado renombre y conquistado puesto muy elevado en la historia patria contemporánea; porque se puede decir con razón que las primicias de su sacerdocio son: la construcción de un hermosísimo templo, prenda eterna gloria; y esta Radio católica y cultural, símbolo del patriotismo y civilización y ornato muy merecido de esta ciudad heroica.

El nombre de Venezuela y de Valencia felicito al Padre Heredia y le rindo tributo de agradecimiento por su obra tan benemérita de sacerdote y de patriota.

Y para no quedarme corto en este concierto de triunfos, diré que no se puede negar que el padre Heredia tiene enemigos…; pero como escribió en cierta ocasión un sacerdote ilustre literato: «la espuma honra el freno».

Para no cansar vuestra atención, que tanto agradezco, declaró inaugurada la Radiodifusora América. Valencia, abril 11 de 1953. ¡Enhorabuena!

¡Preservemos y salvaguardemos el discurso inaugural de Radio América 90.9 FM Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación (Gaceta Oficial N° 42.670 del 13 de julio de 2023), pronunciado por Monseñor Juan Coronel, el 11 de abril de 1953, como vehículo de buenas prácticas ejemplares de salvaguardia del PCI!