La noticia corrió como pólvora: la muerte del Papa Francisco revoluciona al Vaticano. A sus 88 años, el pontífice argentino dejó un vacío en el corazón de la Iglesia Católica. Pero entre el duelo y las plegarias, una sombra profética emerge con fuerza inusitada: la predicción de Nostradamus sobre un «papa Negro» que anunciaría el fin del mundo.
¿Simple coincidencia o una señal escalofriante?
«Primero vendrá un papa extranjero, luego un Papa viejo y, finalmente, un Papa negro»: La profecía en carne viva
Desde el siglo XVI, las crípticas cuartetas de Michel de Nôtre-Dame han sembrado inquietud. Ahora, ante la vacante en la Santa Sede, una de sus predicciones resuena con una intensidad escalofriante.

«Primero vendrá un Papa extranjero, luego un Papa viejo y, finalmente, un Papa negro». ¿Acaso Benedicto XVI encarnó al papa foráneo? La llegada de Benedicto XVI, un Papa alemán, cumplió la primera parte de esa inquietante predicción sobre un pontífice extranjero. Si consideramos que la secuencia profética se mantiene, la inminente elección del próximo líder de la Iglesia Católica se carga de una trascendencia escalofriante.
Si la secuencia profética se cumple, la elección del próximo Sumo Pontífice adquiere una trascendencia sobrecogedora ¿Fue Francisco el anciano pontífice cuyo deceso abre las puertas a la oscuridad?
Y aunque Francisco era un hombre mayor, la etiqueta de «papa viejo» en la profecía se aplicaría más precisamente a Benedicto XVI por su avanzada edad al ascender al papado, lo que intensifica la sensación de que el siguiente pontífice podría ser el que anuncie esa temida «oscuridad». La profecía, en este contexto, se percibe con una cercanía que estremece.
El Vaticano está, sin saberlo, a las puertas de un cambio trascendental, de un punto de no retorno para la humanidad.
Cardenales en la mira: ¿Un rostro oscuro para el trono de San Pedro?
En este escenario, dos nombres resuenan con una fuerza particular. Por un lado, emerge la figura del Cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa. Su origen africano desata inevitablemente la conexión con la imagen del «papa negro» vaticinada por Nostradamus. ¿Podría este líder de la Iglesia en el corazón del Congo ser el elegido para guiar a los fieles en los tiempos finales?
La posibilidad de que el Cardenal Besungu encarne la figura del «papa negro» es una interpretación poderosa que se alimenta directamente de su origen continental. Su liderazgo en una arquidiócesis lo sitúa como una figura prominente dentro del Colegio Cardenalicio, lo que inevitablemente lo incluye en las discusiones sobre el futuro del papado.

Por otro lado, la atención se posa sobre Jean-Marc Aveline, arzobispo metropolitano de Marsella, Francia. La nacionalidad francesa de Aveline no pasa desapercibida, evocando la figura del propio Nostradamus. ¿Acaso la profecía se refiere a un pontífice galo, portador de un destino como el de su compatriota visionario?
Si bien la predicción del «papa extranjero» ya se considera cumplida con Benedicto XVI, la mención de un pontífice galo podría representar una sutileza en la profecía que apunta no solo al origen geográfico, sino quizás a una afinidad cultural o incluso espiritual con el propio vidente francés.
En este sentido, Aveline podría ser visto como ese pontífice galo, aunque la naturaleza exacta de su «destino» en relación con Nostradamus sigue siendo una cuestión abierta a la especulación.

Más allá del color de piel: ¿Una sotana oscura como presagio?
Sin embargo, la interpretación de «papa negro» va más allá de la pigmentación de la piel. Algunos teólogos e historiadores sugieren que la profecía podría aludir a la Compañía de Jesús, orden a la que perteneció el propio Francisco.
Los jesuitas, históricamente conocidos como los «sacerdotes negros» debido al color de su sotana, han ejercido una influencia considerable dentro de la Iglesia Católica.
¿Fue Francisco, entonces, el «papa negro» de la profecía, no por su origen, sino por su afiliación a esta poderosa orden religiosa? Algunos analistas sugieren que el título históricamente se refiere al Superior General de los jesuitas por el color de su sotana y la influencia de la orden. Bajo esta interpretación, la elección de Francisco, el primer papa jesuita, ya habría cumplido esta figura profética.
Esta lectura alternativa plantea una pregunta inquietante: si Francisco ya encarnó esta figura profética, ¿Qué significa entonces su muerte para el futuro del Vaticano y del mundo?
La muerte de un papa inicia un periodo de transición en el Vaticano con la elección de un nuevo líder, lo que puede reorientar la política eclesiástica y su influencia global. Para la Iglesia Católica, significa duelo y reflexión sobre el legado del pontífice fallecido. Mundialmente, se genera expectativa por la dirección que tomará la Iglesia en temas cruciales bajo el nuevo liderazgo.

El Cónclave decisivo: Entre la fe y la profecía
Mientras los cardenales se preparan para el cónclave, la profecía de Nostradamus proyecta una sombra ominosa sobre el Vaticano. La elección del nuevo papa no es solo un acto de fe; para muchos, es la antesala de un destino escrito hace siglos.
La muerte de Francisco ha sumido al Vaticano en una inestabilidad palpable, donde la fe se entrelaza con la inquietante posibilidad de que la profecía del «papa negro» esté a punto de cumplirse.
Redacción: María Laura García
Información: El Cronista/La Capital.
Foto: Referencial.
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