XULIO R?OS*
P?blico es
Ante las crisis de Ucrania o la m?s reciente de Oriente Medio, China ha reaccionado con una interpretaci?n de ambos conflictos que atiende a las causas end?genas pero que tampoco es ajena a los ecos de la rivalidad con EEUU. Es tambi?n por ello que ha dispuesto no solo una bater?a de propuestas pol?ticas que giran en torno a la idea de recuperar la estabilidad sino sugiriendo su implementaci?n bajo el marco de su Iniciativa de Seguridad Global, lanzada en 2022. Hay una opci?n sobre la mesa alternativa a la profundizaci?n de la violencia, ya muy enquistada, y aunque su recorrido est? por ver, ha cosechado un importante nivel de simpat?a entre los pa?ses del Sur Global.
Entre la interminable secuencia de masacres diarias de palestinos en Gaza, China intenta abrirse camino fortaleciendo las relaciones con los pa?ses ?rabes aunque sin quebrarlas del todo con Israel. Y es que con todos, en realidad, ha implementado una id?ntica estrategia: la de priorizar el desarrollo y comercio mediante proyectos compartidos, con mucha atenci?n a las infraestructuras. El futuro de este proceso est? en jaque, al menos parcialmente, en tanto no cesen las hostilidades. Y quisiera recuperarlo m?s pronto que tarde, en cuando esto se acabe.
Bien acogidas en la regi?n, China ha puesto en marcha mediaciones exitosas como la lograda con Riad y Teher?n; no obstante, un agravamiento de las tensiones f?cilmente puede quemar esta pol?tica. Es m?s, la ola de reconciliaci?n auspiciada por Beijing para relativizar el peso de las diferencias y aunar estrategias de progreso corre serio peligro.
El desarrollo de los acontecimientos tras varios meses de guerra ha situado a China en una posici?n crecientemente cr?tica con Israel, especialmente en virtud de su ensa?amiento con la poblaci?n civil, y m?s cercana a las tesis palestinas. Nunca ocult? su simpat?a hacia la causa palestina. Pero la capacidad de intervenci?n activa en este contencioso, que algunos daban por hecha tras el acuerdo Riad-Teher?n, se antoja compleja.
Y ello no solo porque la neutralidad, base de cualquier mediaci?n, est? en entredicho -al igual que en Ucrania- sino, sobre todo, porque la conjunci?n de situaci?n interna complicada en China y el incremento de las tensiones geopol?ticas con los socios occidentales, complica su margen de maniobra.
En lo estrat?gico, ahora mismo, la principal preocupaci?n para Beijing es cu?nto m?s reafirmar? EEUU su peso en la regi?n a trav?s de las acciones del ej?rcito de Tel Aviv. Para evitarlo, debe esforzarse y hacer valer ese poder de moderaci?n, di?logo y consenso del que presume. Pero sus ra?ces aqu? son flojas en comparaci?n con otros actores. En este contexto, su reputaci?n, pese a las buenas intenciones, puede resentirse.
La ?nica manera de mantener vivo aquel optimismo inicial de otra pol?tica para la regi?n consiste en remangarse y transformar los ?xitos econ?micos que ha obtenido en la zona en capital diplom?tico para desplegar una pol?tica aut?noma. Pero sin ir de la mano con EEUU se han manifestado dificultades relevantes para ejercer una incidencia real. La insistencia de Beijing en el di?logo y el rechazo de la confrontaci?n parte aguas con EEUU pero en ambos casos afronta el reto de la credibilidad de las buenas intenciones. A EEUU solo le interesa de China que influya sobre Teher?n para que contenga a los hut?es y a ciertas milicias palestinas. Al igual que en Ucrania con Rusia, a China se le presume aqu? una influencia sobre los l?deres iran?es que est? por demostrar.
Esta din?mica puede afectar tambi?n a las expectativas que las capitales de la regi?n hab?an puesto en China no solo en lo diplom?tico y en el marco del conflicto, tambi?n en el cumplimiento de las promesas de comercio e inversi?n que a?n no se han materializado del todo.
* Asesor em?rito del Observatorio de la Pol?tica China